Ayudantía Saúl

viernes, 30 de abril de 2010

Bion, Ferenczi - Selección, Técnica, Deseo.

“La memoria siempre es equívoca como registro de los hechos, ya que está distorsionada por la influencia de fuerzas inconcientes. Los deseos interfieren el funcionamiento del juicio, debido a la ausencia de la mente cuando la observación resulta esencial.”

Estimo que Bion, en la cita precedente, abre las puertas a una nueva forma de conceptualizar los fundamentos técnicos de la práctica psicoanalítica. En este sentido, plantea una forma de escucha que deja a un lado los deseos del analista en pos de lograr la evolución. Tal evolución sería el producto del trabajo emocional realizado en un estado excepcional de ensoñación con un individuo único, lo que la distinguiría de la interpretación analítica común, la que al parecer Bion sitúa del lado de la memoria y que por ende estaría contaminada por el deseo del analista.


Ahora bien, lo planteado por Bion me parece similar en algún modo, a lo planteado por Freud en relación a la “atención parejamente flotante” con la que el analista debe escuchar a su paciente. En este sentido tomo a Ferenczi en una de sus consideraciones sobre la técnica, en particular en relación a la universalidad de la misma:


“Siempre hubo, y todavía las hay, en el interior de la técnica psicoanalítica, muchas cosas que daban la impresión de ser algo individual, difícilmente definible con palabras: en principio el hecho de que, en este trabajo, la importancia que se daba a la ecuación personal fuera mayor de la que debíamos aceptar en el mundo científico. El propio Freud, en sus primeras comunicaciones sobre la técnica, dejaba el campo libre a otros métodos de trabajo en psicoanálisis, al lado del suyo. Es cierto que esta declaración proviene de la época anterior a que cristalizara la segunda regla fundamental del psicoanálisis, a saber que quien desee analizar a los demás debe primero ser él mismo analizado. Tras la adopción de esta regla, la importancia del dato personal del analista se desvaneció poco a poco"


Creo que al contrastar estas dos citas, lo que emerge es la pregunta de orden epistemológico acerca de cómo se puede acceder al inconciente de la forma más objetiva posible o aún si se puede hablar de objetividad en relación a tal objeto. En este sentido estimo que la propuesta de Bion se puede leer como una invitación a abandonar la pretensión de objetividad sobre el inconciente, a razón de su concepto de evolución, en contraposición a Ferenczi que de modo similar a la ciencia, estima que el sesgo individual es susceptible de ser depurado. La pregunta que quisiera plantear para la discusión es la siguiente: ¿Existe en última instancia, una vía regia al inconciente?

Por Carlos Ruckholdt

5 comentarios:

  1. Bion plantea que al no existir memoria ni deseo en el anlista, sus interpretaciones adquirirán mayor convicción porque derivarán de la experiencia emocional con un individuo único y no de teorías generalizadas e imperfectamente recordadas. Creo que esto es central al pensar en la teoría de la práctica psicoanalítica porque habla del lugar en que ponemos a los paciente, el cuál debería ser en mi opinión, anterior que a la teoría. En este sentido la teoría se debe adaptar a la situación del paciente y no al revés, ya que si lo observamos intentando hacerlo calzar en una u otra teoría es el paciente mismo el que escapa de nuestra visión.
    Pero sobre éste mismo tema (analista sin memoria ni deseo), Bion nos dice que el analista debe tender a lograr un estado mental de tal índole que en cada sesión debe sentir que no ha visto antes al paciente y si siente que lo ha visto, se ha equivocado de paciente. Sobre este punto quiero destacar dos cosas. Primero el habla de "tender" a un estado mental, no habla con absolutos, lo que nos podría hacer vislumbrar que el veía esta opción como un ideal mas no como un absoluto realizable cien por ciento. Lo segundo es la pregunta que me surge al pensar en un estado sin memoria y relacionarlo a la atenci{on parejamente flotante: ¿qué pasa con los significante que se repiten en distintas sesiones y sólo hacen sentido luego de varias de éstas? Sin memoria, se pretendería que las asociaciones tomen sentido en cada sesión exclusivamente, lo que creo hace perder riqueza de la forma anlítica de trabajar, vista como un proceso.

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  2. Concuerdo con Viviana que el lugar de los pacientes es ates de la teoría, pero ¿se puede lograr? Nuestras continuas experiencias y aprendizajes en estos años de formación, nos hacen a mi opinión de forma inmediata, ver a las personas desde una perspectiva diferente. Aunque el paciente este primero, nuestro lente es distinto, y lo vemos en cierta manera, a través de lo aprendido, de nuestras teorías y es muy difícil renunciar aunque solo sea momentáneamente a este bagaje teórico y práctico que nos orientan en nuestro trabajo. Creo que es muy difícil pretender llegar a un estado donde se renuncie al deseo y la memoria por parte del analista, se asemeja lo discutido anteriormente sobre neutralidad y tal como lo expuse, en mi opinión ambas cosas son inalcanzables como seres humanos que somos. Por eso me hace mucho sentido cuando Viviana explicita, que es más bien un ideal al que aspira Bion más que algo realizable completamente en la práctica.
    En el análisis, son dos seres humanos trabajando en conjunto, cada uno con su individualidad y tal como dice el profesor en clases en el minuto que el inconciente se expresa se imaginariza, por lo que nunca podemos verlo tal cual es, por lo que no podemos pretender como terapeutas llegar al inconciente objetivo del paciente. Además la vida humana es relacional, nos comunicamos y contactamos continuamente con las demás personas, por lo que lo importante es analizar también a la persona en un ambiente relacional con el terapeuta. No llegar a un núcleo inconciente oculto y privado de la persona, este se expresa y modifica en las relaciones. Aunque fuera posible llegar a este inconciente objetivo (a mi parecer no lo es), seria descontextualizarlo y desnaturalizarlo, no teniendo ningún fin practico.

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  3. Al parecer concuerdo con ambas. Sí, el paciente va antes que la teoría, o mejor dicho, la teoría debiera estar al servicio del paciente y no al revés; y sí, es inevitable que miremos a través de un lente específico. Sin embargo, creo que a lo que apunta Bion con el ideal de estar sin memoria ni deseo, es tratar, justamente, de que este lente sea lo más amplio posible. El analista no debe cerrar su mirada a priori, debe estar en un estado de preconcepción no saturada, en el cual se escucha desde la pregunta. Implica ir despejando en el material del paciente lo que NO es, sin saber necesariamente lo que sí es. Quizás esta escucha hace posible la formulación de "hechos seleccionados", en los cuales pareciera que hay que estar escuchando y observando, sin memoria ni deseo, hasta que de repente cae la interpretación. Pero por otra parte, el hecho seleccionado es "seleccionado", se elige, por lo que en este mismo concepto, que para realizarlo requiere de un estado sin memoria y deseo, a su vez muestra la imposibilidad de estar sin memoria ni deseo, implica optar por algún significante y dejar de lado a otros. La elección que se haga va estar cargada por el sesgo del terapeuta. Sin embargo, como esto es algo inevitable, creo importante que el analista sea, como dice Ferenczi, modesto y humilde: "todas nuestras interpretaciones deben tener el carácter de una proposición más que el de una afirmación cierta (...) porque efectivamente podemos equivocarnos". Y plantea, además, que sólo un verdadero "saber-con" puede ayudarnos a llevar esto a cabo. De esta manera, volvemos a la relación anteriormente mencionada. El proceso analítico implica una RELACIÓN, una relación humana entre dos personas, no es equiparable a un experimento científico en la cual se agregan ciertas variables para ver su efecto y poder descubrir, así, su causa. En una situación relacional, no hay objetividad posible, es la subjetividad la que resalta y la que hay que tomar en cuenta para lograr un desarrollo de la terapia, para “sentir-con” el paciente, para desarrollar el “tacto” y para ayudar a que el paciente aprenda a sufrir de mejor manera.

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  4. Concuerdo plenamente con la opinión de mis compañeras, definitivamente el paciente debe estar antes que la teoría. Se debe escuchar al paciente, intentar comprender su motivo de consulta manifiesto y latente, lograr entender lo que le sucede, finalmente es “ponerse en sus zapatos” pero como lo plantea Cony, “creo que a lo que apunta Bion con el ideal de estar sin memoria ni deseo, es tratar, justamente, de que este lente sea lo más amplio posible”. Antes de seguir, quisiera hacer un alcance. Al tratar a un paciente con fármacos, antes de recetarlos se le consulta por sus síntomas, y luego recién ahí, se le diagnóstica y se le entrega si es necesario medicamentación. Es decir primero se pone la teoría médica y luego va el paciente. Y creo que aquí existe un punto de inflexión que se debe dar, y no todos lo dan. Según entiendo un porcentaje no menor de psiquiatras derivan al psicoanálisis, y para ellos no debe ser tan evidente pasar de ver primero la teoría (objetividad) a pasar ver al paciente en primer lugar (subjetividad). Y en relación a este último punto, Bion afirma: “El psicoanalista puede comenzar evitando todo deseo relativo al fin inminente de la sesión. Los deseos de obtener resultados, de “curar” o incluso de comprender, no deben fomentarse. Estas reglas deben obedecerse en todo momento y no sólo durante las sesiones”. Con lo cual nuevamente el psicoanálisis va en carriles distinto de la psiquiatría, pues esta última disciplina persigue curar el síntoma YA, poniendo la teoría antes que el paciente.

    Ahora bien, nuevamente citando a Cony la que afirma “El proceso analítico implica una RELACIÓN, una relación humana entre dos personas”, que se encuentran en la sesión terapeútica, y es ahí donde está el arte de sanar. Es en este encuentro de dos almas, de al menos dos sistemas psíquicos, donde se realiza el proceso relacional. Aquí no existe objetividad posible, sólo la subjetividad sale a la luz.

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  5. En los últimos textos queda muy patente el problema de la interpretación y la intervención en psicoanálisis, sobre todo el ver cuándo una interpretación es válida, cuándo es correcta, cuándo sirve. Pareciera ser que la forma más recomendada es que el analista se encuentre en un estado excepcional, distinto a como sería habitualmente en lo cotidiano y en sesión. Eso es por lo menos lo que me queda con conceptos como la “interpretación intuitiva”, “hecho seleccionado”, que el analista no tenga “ni memoria ni deseo”. Que a través de este estado, el analista no se deje llevar por prejuicios (teóricos e individuales) y pueda poner todas sus facultades al servicio del paciente y de la situación analítica.
    De estos textos podemos sacar la conclusión de que es necesario anteponer al paciente a la teoría y no al revés, como sucedería con la “interpretación rutinaria” y la “idea sobrevalorada”, que tienen en común ser conscientes, venir desde la teoría, tratar de ajustar al paciente al psicoanálisis. Quizás una primera aproximación a este estado excepcional sea anteponer, conscientemente, al paciente a la teoría. Sin embargo, ¿es posible? ¿Cómo olvidar desde dónde nos paramos en psicoanálisis? ¿Cómo olvidar quiénes somos, que es de donde vienen nuestros prejuicios, nuestra memoria y deseos? ¿Cómo olvidar lo que hemos estado estudiando los últimos 5 años y que ya es parte de nuestra visión de mundo? En esto estoy de acuerdo con los comentarios anteriores en que estas son sólo aproximaciones, consejos, ideales a seguir que sirven para ampliar nuestro lente teórico de visión del paciente (pues ya en el primer momento de presentarse como paciente lo vemos indiscutiblemente bajo ese lente teórico).
    Sin embargo, pienso que estos “consejos”, la diferenciación de estos estados analíticos, pueden llevar buscar este tipo de interpretaciones conscientemente con el objetivo de tener una sesión analítica más “pura”. ¿Qué pasa si uno se encuentra, paradójicamente, deseando no tener deseo ni memoria? ¿Si gran parte de la sesión tratamos de hacer interpretaciones intuitivas (rompiedno así lo intuitivo)? ¿Qué tan difícil es engañarse y decirse que uno se encuentra en un estado así? El riesgo que le encuentro a esto es que el analista -y lo que le pasa a él- pasan a tomar más importancia que el paciente mismo; que creo es el mismo riesgo de pensar el psicoanálisis como algo puramente relacional. Pues si es así, creo, el analista tiene equidad con el paciente en la relación, deja de existir un analista y un paciente para ser dos personas, dos cuerpos en psicoanálisis. El riesgo que veo ahí es el olvido del paciente como paciente mismo, como persona que tiene un malestar y la posibilidad de que el proceso se enfoque en el analista como el nuevo paciente. Aquí veo muy interesante lo que dice Lacan de la palabra como mediadora -de una relación con otra persona (donde se depositan los fenómenos transferenciales y contratransferenciales)- y la palabra como reveladora. Reveladora del icc del paciente, dirigida hacia un Otro, que no es exactamente el otro en sesión, el analista. Con esto, no estamos tomados/obligados a pensar que lo que nos dice el paciente en sesión tiene que ver con la relación entre ambos, que sus palabras no sólo sirven para mediar entre nosotros, sino que también revelan. Creo que es importante pensar que además de permitir una relación entre dos, el psicoanálisis se enfoca en la relación de una persona “paciente” consigo mismo, con su historia, con sus significantes, con sus hechos seleccionados, con su intuición, con su cotidianidad. Visto así, para mí, el analista no le cabe más que convertirse en una herramienta de ayuda del paciente y no en el posible enfoque del proceso mismo.

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